La provincia de Málaga, bañada por el Mediterráneo y abrazada por sierras que resguardan sus pueblos blancos, ofrece un viaje sensorial donde la enogastronomía cobra un protagonismo único. Desde el espeto de sardinas asado en la arena hasta los vinos dulces de la Axarquía elaborados con uvas pasas al sol, cada rincón del territorio malagueño guarda sabores que cuentan su historia. El aceite de oliva virgen extra, los quesos de cabra malagueña, las almendras o los embutidos serranos conforman una despensa rica y diversa.

Las rutas del vino de Málaga y la Serranía de Ronda permiten descubrir bodegas enclavadas entre viñedos de altura, donde se producen caldos que combinan carácter mediterráneo y frescura atlántica. Tapear en el centro histórico de la capital, recorrer los mercados locales como el de Atarazanas o perderse por los pueblos de la Axarquía, es adentrarse en una cultura donde el producto local y la hospitalidad se dan la mano.