Cuenca

En el corazón de Castilla-La Mancha, Cuenca despliega un paisaje enogastronómico tan sorprendente como su arquitectura. Esta provincia, donde la tradición se cuece a fuego lento, ofrece una cocina auténtica que hunde sus raíces en la tierra, el pastoreo y la huerta.

Aquí, el vino toma cuerpo entre viñedos infinitos que se funden con el horizonte manchego.  Denominaciones como Ribera del Júcar y Uclés invitan a descubrir tintos profundos, blancos frescos y sorprendentes espumosos reflejando la personalidad de una tierra que se expresa en cada copa.

Cuenca seduce con platos que reconfortan el alma: el morteruelo, el ajoarriero o el alajú son solo algunas de las joyas que conforman su recetario más identitario. La caza, el queso manchego, el aceite de oliva y los productos de la matanza son parte del relato gastronómico que acompaña al viajero en cada rincón.